viernes, 9 de febrero de 2018

Si lo puede tener todo el mundo, ya no lo quiero.

Así es mi herman@ millennial, si todo el mundo puede tenerlo, yo no lo quiero. No estoy hablando de la exclusividad, o de tener cierto artículo de lujo que solo un puñado de mortales tienen acceso a ellos. Me refiero al sentido de la vida, en cuanto al amor, a un producto cotidiano que se ponga de moda, el arte, etc etc...

Para que me comprendas mejor, aveces encuentras una canción que te gusta, que tu has descubierto y por una razón de comprensión o melódica, el caso es que ella te toca el alma, te comprende, anima, incluso puede que te de consuelo o una enseñanza. Ella no te va a juzgar, solo vais a ir los dos en sintonía. Tu claro estas feliz, contento, por que ella es tuya y de nadie más. 

Pero qué pasa cuando descubres que empiezan a profanar a tú tema... De repente la escuchas en la radio, youtube, a la gente por la calle, en el metro e incluso a veces, hasta en la tele. Empiezas a comprender que esa parte, con la que solo tu tenías simbiosis, eso que lo hacía tan especial y a ti tan único, ya no tiene razón de ser, a todo el mundo le hace peculiar. Ella ya no es tan íntima como lo fue para ti, ahora todos comparten tu círculo personal y se va alejando como ese amor de verano con el que conectaste al cien por cien, te hacía sentir el único para después... al final de la época estival descubres que hacía feliz a unos cuantos más... Quizás sea eso, cuando te das cuenta que algo que creías que solo te pertenecía a ti, ahora lo puede poseer gran parte de la sociedad, en ese preciso instante pierde toda la magia e incluso aveces, llegándolo a odiar.

Llego a la conclusión de eso que tengo, me pertenece, aquellas cosas las cuales me han costado ganármelas, descubrirlas, aquello que he invertido tiempo de una forma indirecta o directa. Quiero que siga perteneciéndome, no hablo de no compartirlo, si no más bien un reparto justo-equitativo (claro, depende con cuales bienes u entes)... Esas son las cosas que llegan a tener gran valor para mi, porque son las fieles, ellas siempre están ahí, únicas solo mías (vale... puede que de algunos pocos más), me recuerdan entre otras muchas cosas, a donde se llega con esfuerzo y trabajo duro.


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Si, en serio te lo digo, no lo desperdicies entre sollozos, perdido en un océano de interrogantes y depresiones. Nadie es como tú y lo sabe...